.:: Lomas es Mundial ::.

Sólo treinta jugadores cada cuatro años tienen la suerte de ponerse la celeste y blanca en una Copa del Mundo y defender, a capa y espada, el corazón y el orgullo de ser Puma. Sin embargo, el rugby argentino en su totalidad apoya desde donde puede para hacer sentir que no sólo quince entran a una cancha.






Los menos dichosos, desde el sillón y por TV, alentaron pese al horario de madrugada, con mates y medialunas de por medio. Otros, más afortunados, pudieron hacerlo desde el lugar de los hechos, como los primos Diego y Juan Patricio Campbell, actuales jugadores del Plantel Superior de Lomas, quienes disfrutaron in situ del torneo más importante del planeta ovalado.


No obstante, podría decirse que la familia Campbell ya es parte de la barra Puma en los Mundiales. Es que ser seguidor del seleccionado argentino se ha convertido en un ritual que comenzó allá por 1999, cuando Bobby, padre de Diego y hermano de Patrick, decidió viajar con Nicolás, el mayor de sus hijos a Gales, para ser partícipe del momento en el que Los Pumas pegaron el salto en el rugby mundial.



“Estar ahí es presenciar el rugby en su máxima expresión. Desde chico empezas a meterte en este deporte y disfrutar de un torneo de semejante magnitud, es la culminación de todo esto. La gente trabajaba gratis para el Mundial, era un espectáculo”, cuenta Juan Patricio, en una charla con la Revista Scrum 5. “Te das cuenta que es un deporte increíble y súper popular, lo sienten como una pasión y acá nadie te entiende nadie porque lo juega la minoría”, agrega Diego.

“Nueva Zelanda es conocido en el mundo por los All Blacks, son su emblema como el nuestro es Maradona, el tango o Gardel. Por eso, el país está paralizado, se respira rugby, están enfocados momentáneamente en el torneo. Todas las casas en el campo tienen la bandera de los All Blacks colgada en sus puertas. Y cuando los neocelandeses no juegan, la gente toma el bando del país que prefieren para que ganen el partido; se pintan y se disfrazan con esos colores. Es una fiesta todos los días”, suma el centro.

Plagados de anécdotas, la legión sureña en Nueva Zelanda repasa algunas. “Hicimos bungy jumping del puente de Auckland, una sensación genial. Se maneja del otro lado; Patrick y Bobby conducían uno cada uno y cada cien metros casi chocábamos, nos moríamos de risa y los volvíamos loco por cómo manejaban”, cuentan.


Por Juan Pablo Zenoni

Fotos: Gentileza Familia Campbell
Nota recortada




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